un espacio para los que viven sin manual

jueves, 18 de febrero de 2010

gitanos verdes, perdidos

Detrás de mí el día ha abdicado. Frente a mí la luz aun se debate. En el jardín hay un anochecer entre verdes y oros, las nubes se han vuelto carmesí, fucsia, ciclamen…el mar se distancia. Los pájaros pasan, vibrando, ante la despedida de la luz, abriendo otras fronteras. Si la soledad ensuciara no habría forma de lavarla. Esta puesta no se previó para la compañía. Nunca nadie, delante de ella, ha tomado la mano de alguien, en un atardecer o en una noche fría y clara, de luna llena. Los membrillos aun están en flor, los naranjos ya no compiten con ellos. Los de mis espaldas trepan la sierra muda y alta. Los de delante se esparcen sobre las débiles olas, y deslumbran de riqueza, rozados por el moribundo día.
Sobre la mesa una copa con alelíes, lirios, y verbenas, y el aroma lúcido del clavo de olor y el romero. Por las ventanas entran también, a oleadas, más aromas del jardín, morados todos, pero de tantos matices. La noche se esparce morena y dulce, sobre las zarzas y las granadillas
Frente a la tarde larga, el alma es la memoria. Qué confuso es el aire del ayer. Qué desolador y cómo pesa. Busco un recuerdo para deshacerme de el, pero no encuentro. Nada ha cambiado, pero el amor no está, y no está el hombre.
Ya no hay pan, ni vino, ni hambre. Nosotros, los perdidos, ya no estamos en el paisaje.

1 comentario:

  1. Moría por saber cómo sería la primer entrada de este refugio y... Dios mío, casi lloré :-)

    No quiero pecar por exagerada o trístemente desubicada, pero me pasa que cuando algo me gusta mucho, pero mucho, mucho, a mí, me duele hasta el pelo.

    Cuando es demasiado, duele. ¡De verdad!

    Y no sé que otra cosa decir sin caer en el absurdo. La felicidad también es así...

    Un abrazo :-)

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