un espacio para los que viven sin manual

domingo, 18 de noviembre de 2012

Sevilla






A la hora del ángel
reconozco un perfil desconocido
en patio, en aire, en rejas...
Lo cotidiano es tan inescrutable
como simple el milagro.

Tu belleza no fue
sino un ardid de mi destino,
ya que así designamos
a nuestro anhelo sólo.
Envejecer es irse acostumbrando;
pero jamás el tiempo
profanará tu rostro.
Lo eterno es este instante.

Cuando se empequeñezca
mañana el don de hoy
para caber entre mis manos,
la vida y tú seréis la misma cosa,
pues tu recuerdo llevará su nombre.

Hoy murmuro "te amo",
y el tiempo y sus laureles
lo murmuran conmigo.
La luz soy de tu fuego, y en ti ardo.

 

 
                                   Antonio Gala