Según La R.A.E., el diminutivo denota la reducción de tamaño del objeto designado, sin embargo en el habla popular andaluza sus aplicaciones son incontables, dándose casos en los que son utilizados para expresar intenciones emotivas, apelativas o calificativas, de significación intensiva y en no pocas ocasiones, contrarias a su cualidad como adjetivo de disminución.
Provistos de una buena dosis de sentido auditivo, sin caer por ello en la ortodoxia o lo racional, y como muestra de la riqueza expresiva de nuestro habla, os propongo desde la todavía conservada universidad de la calle, la familia, la tertulia,... una colección de diminutivos en sus acepciones más usuales en Andalucía:
“Abuelita ¿quieres café?”, “Si, hija, échame un poquito, una
mijita”. Un
cafelito se referirá al del bar y no al casero. “Voy a tomarme un cafelito, no tardo”. Tomarse una copita, una cervecita, un tintito, con una tapita de caballito de jamón o alguna racioncita de
pescaíto o p
apelón de pedacitos, incluso un güisquicito, es la forma de dar a entender que van a ser pocas y buenas, que no pequeñas, sin ni siquiera referirse al plural, pues se da por hecho que van a ser varias.
Si añadimos que el lugar es un
chiringuito que está cerquita, estamos cortando más aún la distancia de cercanía pero sobre todo de regreso, porque lo normal sería cerquísima. Se podrá añadir que se volverá enseguidita pero no hará falta. Si esto no se cumple, se preguntará ¿que
horitas son estas de llegar?. Si, por abuso, se coge de
cuadritos, es decir
“gorda”, o se da la nota
montando un numerito; al día siguiente, para no molestar, dirán
“tienes malita cara”, cuando en realidad la tiene fatal; “si, me encuentro algo
malusquillo”, “ya llevo unos
diítas regular, pero ¡qué
nochecita he pasado!, ¡que
fatiguitas más grandes!, no me tenía en la
macetilla de la escalera, ahora estoy
esmayaíto”. Lógicamente estas expresiones no son nada diminutivas, más bien al contrario.
“Eso te pasó por el
rebujito" , “¡que va, si sólo bebí una
mijita, un
buchito!, estaba tan
agustito” (acentuación del estar a gusto), “puede que me sentaran mal los
calentitos”. “Anda que eres un
regalito (aquí el regalo se tiene por no deseable) que te pasas jugando a las maquinitas”. “Y tú un
polvorilla… que estás en el
machito…” (activo que está en el poder). “Y tú con el
gusanillo del mostrador” (más bien afición al del bar).
“Hombre, que yo también tengo mi corazoncito” (justificación de que se es persona y normal). “Ya, ya veo que estás
colaíto”. “Más bien es un
venenillo que me ha entrado, y hasta que no la consiga…” (descripción del desasosiego). “Anda, eso es de
boquilla”. “Que no,
listillo, que es de
verita” (reproche al “sabelotodo” sobre la verdad intensa). “Anda, eres un
figurita (sólo tiene pose)”.
“No tengas cristalitos en la barriga y dame una calaíta”, demandando un buen gesto o calada del cigarro. “Anda, vete a tomar un poco el solito”. “Y tú, ten cuidaíto (consejo sobre la prudencia) cuando te montes en los cacharritos. “A ver si nos vemos un sabadito” (intención de proponer un buen día) y “te vienes a chiquitas (venirse a razones) y me prestas chismitos (algún dinero)”, “ A ver si tenemos buen rollito que si no te hago la trompetita”.Al agua fresquita, también se le llama agüita fresca. Para intensificar más la adoración, a la madre se le dice mamaíta. Si no se quiere ofender mucho, se comentará qué feíto es. Si lo que se siente es lástima, no referida al dinero, se dirá pobrecito la que le ha caído. Al niño latoso que se esté quietecito, que es un bichito o un diablillo que me tiene desesperaíta, pero si es buen hijo se referirá lo buen chiquillo que es. A la persona de apariencia noble, pero de mala intención, se le califica de mosquita muerta. Los que narran embustes con pesadez, cuentan batallitas. Un equipo de fútbol le mete a otro chicharitos o goles en exagerada clave de mofa.
Cuando se lee o se dice algo sin conciencia de su sentido, se hace de carrerilla. Si se pintan los zócalos se dan unas bajerillas. No son pelotas pequeñas sino suciedad, las pelotillas. Ni es una manzana pequeña el dorado jugo de Sanlúcar, conocido y reconocido como manzanilla. Y para colmo el sin sentido “la mucha poca”, que sólo en Andalucía cobra verdadero valor descriptivo cuando a la poca vergüenza se quiere aumentar su intensidad, y se dirá que se tiene “mucha pocavergüenza”.
Total, que todo lo metemos en un
cuchitrí, haciendo grande lo que pronunciamos en pequeño y no suena tan mal, son los diminutivos de nuestro habla de Andalucía, una más de nuestras incuestionable señas de identidad.
Fuente: Cosas de Andalucía (Fernando Repiso)