Algo sabe mal...
Soñamos con oasis, nos mueve el
espejismo, pero al final “hay lo que hay”...
(Esteban Peicovich)
Nos quedamos
desnudos y ahora clamamos por políticas que nos arropen. Pero existe éste
desvivir tan hondo, y éste desmadre social, y éste espanto confirmado, y los
ojos de los desesperados ancianos, y las manos vacías de los niños
irredentos...y esa certeza de lo que ya no somos... y la latencia del cambio pedido a gritos.
El
escalofrío atraviesa las instituciones cuando se nos olvida la práctica diaria
de la Constitución,
y todo está muy impreciso (porque “todo” está confuso). El Planeta y su rara gente inquieta se pierden por
senderos que se bifurcan... Los países claman, la Tierra tiembla.
En
ésta escasa nueva era ya tantísimos
golpes nos han dado una pátina de tiempo y de experiencia. Se
anuncian meros anuncios, se planean ayudas que no funcionan, se prometen
fantasías de efecto mágico, el Papa advierte, la violencia se reitera
ineluctable, el mundo se pregunta, y el dirigente anquilosado no sabe, no contesta... mas el pueblo ya ha dejado de dormir, aunque aun no se despierta del todo.
La
máquina del tiempo dejó de ser una posibilidad, los primeros estados modernos le
hacen la guerra a la edad media en África, mientras la extrema tecnología nos oprime la sensibilidad. Somos una
mueca de lo que queremos ser y la calle es un espejo pincelado de
globalización que atraviesa los siglos. Metidos entre nosotros pequeños dioses
ofrecen un devaluado ejercicio alentador de dudosa dignidad, que ya fue
condenado de antemano por el calendario.
Pasa el
presente...pasa el futuro, y resiste el pasado que permanece en exhibición
como una mariposa disecada, colgada cabeza abajo a modo de ejemplo provisto
desde ideas lejanas. Pese a tantas víctimas, y tantos sueños exaltados, el
lobo de Hobbes sigue asediando al cordero de Rousseau.
¿Esto es por la
religión?, ¿es por la cultura?, ¿es por las drogas?, ¿es por el petróleo?, ¿son
las armas?, ¿es por el dinero?, ¿son las tretas de las noticias?, ¿es el
propicio Nostradamus?, ¿es el queso...el ratón?, ¿qué cosa es ésto...?
La familia está en
crisis, las ciudades en babia, la historia fracasa, el mundo arriesga todo, y
el “hombre” gime por dentro y sangra por fuera sin entender.
El invierno se
generalizó en el planeta, ¿cae la postrer nieve sobre la última sangre?, o ¿son
más plagas de Egipto que se obstinan sobre la humanidad?.
Imposible responder.
Como la lluvia, las
calamidades se suceden, mientras nos empapamos de ellas. Sólo con mirar la actualidad por televisión y
desconocer los motivos de esta tanatología, cada día estamos siendo cómplices.
¡Basta!, algo no
ajusta, no ve, no hace, no modifica, no resigna, no se limpia, no se conmueve,
no se respeta, no se justifica, no nada... pero por sobre todo se resiste al cambio de paradigma. Algo sabe mal...
Hacen falta
voluntades para desactivar odios y fortalecer el espíritu de la especie. Hacen
falta esperanzas, hacen falta porvenires. Hace falta entender (como en el verso
de J. Donne) que: “la muerte de cada ser me disminuye, porque yo soy parte
de la humanidad”.
No obstante, cada vez más fuerte, se pueden
escuchar algunas voces que entonan la canción: ¿quién dijo que todo está
perdido?, yo vengo a ofrecer mi corazón... ¡Escuchemoslas!