Ahí está lo que fue: la terca espada
del sajón y su métrica de hierro,
los mares y las islas del destierro
del hijo de Laertes, la dorada
luna del persa y los sin fin jardines
de la filosofía y de la historia,
el oro sepulcral de la memoria
y en la sombra el olor de los jazmines.
Y nada de eso importa. El resignado
ejercicio del verso no te salva
ni las aguas del sueño ni la estrella
que en la arrasada noche olvida el alba.
Una sola mujer es tu cuidado,
igual a las demás, pero que es ella.
del sajón y su métrica de hierro,
los mares y las islas del destierro
del hijo de Laertes, la dorada
luna del persa y los sin fin jardines
de la filosofía y de la historia,
el oro sepulcral de la memoria
y en la sombra el olor de los jazmines.
Y nada de eso importa. El resignado
ejercicio del verso no te salva
ni las aguas del sueño ni la estrella
que en la arrasada noche olvida el alba.
Una sola mujer es tu cuidado,
igual a las demás, pero que es ella.
Jorge Luis Borges
Lo mejor para cuidar de la vida de un hombre: una mujer; su mujer, a la que siempre vuelve tras las proezas.
ResponderEliminarGarcibáñez: exactamente como lo decís. Esa mujer, a la que el hombre siempre vuelve tras "las proezas". Lo dijiste en dos lineas tan efectivo como lo puede decir todo un libro.
ResponderEliminarGracias por pasar y comentar. Un abrazo
Bella poesia de Borges!!! un abraXo
ResponderEliminarBellísimo. Gracias por compartir estas pequeñas delicias.
ResponderEliminarme gusta tu blog tu musica y tus letras
ResponderEliminarAbrir tu espacio es encontrarse siempre con alguna pincelada de belleza. Gracias, Susana. Un abrazo desde Asturias.
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